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Mensajes distinguidos:

  • Liderazgo y Visión desde ASPE y OEHSS: ASPE representa al sector hospitalario privado y ha trabajado por 14 años en fortalecer su representatividad. OEHSS busca ser un espacio de colaboración público-privada, integrando comunidades autónomas, INGESA, sector privado, pacientes y calidad sanitaria. 
  • Prioridades 2025: Enfoque en fomentar la vacunación adulta y cronicidad  
  • Digitalización e IA en Salud: La IA incrementa la productividad y humaniza la atención al permitir mayor contacto visual con el paciente. 
  • Escasez de Profesionales y Modelos de Competencias: Preocupación por el déficit de médicos, especialmente en especialidades clave, en parte por cambios en las preferencias de los médicos jóvenes y la importancia de una revisión de competencias en enfermería. 
  • Sostenibilidad del Sistema y Modelos de Futuro: Se prevé un modelo sanitario más envejecido, digital y personalizado al 2035. El modelo público está saturado, se necesitan alternativas como copagos, reducción de servicios, mutualismo o mayor colaboración con lo privado. 
  • Medicina Preventiva y Predictiva: Necesidad de pasar de modelos asistencialistas a predictivos, incorporando cribados, prevención genética, uso de wearables y apps médicas. 

EF: Es presidente de ASPE y ahora también en la OEHSS. ¿Qué misión u objetivos se ha planteado con estas responsabilidades?

CR: ASPE representa al sector hospitalario y de provisión sanitaria privada. Llevamos casi 14 años trabajando en su fortalecimiento, buscando mayor representatividad e impacto. Apostamos por proyectos autonómicos, que han resultado mucho más operativos y eficaces que los de ámbito nacional. Mientras, la OEHSS es una institución con más de 20 años que, tras el COVID, quedó un poco inactiva. Originalmente tenía un rol importante de relación con Iberoamérica, pero también es la única institución privada que hay en España, que cuenta con representación de las Comunidades Autónomas. Es una organización única en España donde conviven el sector público y privado, con un enfoque técnico y sin tintes políticos. Hoy contamos con representación de 15 comunidades autónomas más INGESA, que es el órgano de gestión del Ministerio para Ceuta y Melilla.
Por el lado privado, hemos incorporado no solo al sector hospitalario, sino también a laboratorios. Este año sumamos un representante de la Asociación Española de Calidad y otro de la Plataforma de Pacientes, ampliando así la visión. La Junta tiene tres ejes clave: fomentar la colaboración público-privada, poner al paciente en el centro, y trabajar por la sostenibilidad del sistema, especialmente ante el envejecimiento poblacional, la cronicidad, y la falta de recursos. La colaboración público-privada se presenta como un espacio clave para desarrollar proyectos conjuntos.  

Es fundamental enfocarse realmente en el paciente. Aunque se habla mucho de ello, pocas veces se aplica. Un ejemplo claro es que los horarios de comida en los hospitales todavía responden a la organización del personal y los turnos de enfermería, no a las necesidades del paciente.

En nuestra primera jornada abordamos la vacunación adulta. Mientras que en la infancia hay una cobertura del 95%, en adultos apenas llega al 60%. En España falta una cultura de vacunación en adultos. Muchas patologías prevenibles podrían evitarse con vacunas, como la nueva vacuna del Zóster para población de riesgo. El problema no solo es la baja concienciación entre los adultos, sino también entre los profesionales, cuya tasa de vacunación es preocupantemente baja. Si el prescriptor no se vacuna, difícilmente convencerá al paciente. También hablamos de cronicidad. Nuestro sistema está centrado en el paciente agudo, con poca prevención o atención estructurada a grupos de riesgo. Estamos impulsando iniciativas para que centros privados puedan participar en la vacunación adulta, permitiendo que el paciente se vacune directamente en la consulta si le corresponde.

EF: ¿Cómo está promoviendo ASPE esta digitalización en conexión del sistema de salud español y sus diferentes agentes?

CR: Lo primero es la inteligencia artificial, que se está incorporando muy rápidamente. Nosotros tenemos una aceleradora de empresas del ámbito sanitario, enfocada en centros con menor capacidad económica. Las ocho primeras empresas que hemos apoyado están relacionadas con IA, no porque las buscáramos, sino porque sus soluciones eran las más potentes.

La IA mejora la productividad. Así como el teléfono móvil transformó nuestra forma de trabajar, permitiéndonos dejar atrás notas en papel o faxes y acceder a correos y llamadas en cualquier momento, la inteligencia artificial está marcando un cambio similar para los médicos. Hoy, un profesional puede hablar con un paciente mientras una aplicación redacta el informe clínico. Esto ya está en marcha en muchos centros en España. Aunque parezca una tecnología fría, en realidad humaniza la atención, ya que permite al médico mirar al paciente en lugar de centrarse en el teclado.
Este primer paso de la digitalización, junto al avance de la IA, permite que los datos, antes difíciles de obtener, se recojan casi de forma automática. A pesar de que la teoría sobre el uso de datos está muy avanzada, en la práctica aún queda mucho por hacer. Con estas herramientas, seremos más eficaces, reduciremos costes, tomaremos mejores decisiones y podremos contrastarlas con mayor agilidad. Cuantos más datos y más casuística tengamos, mejores serán los resultados.

EF: ¿Cómo responde ASPE a la creciente escasez de profesionales sanitarios en España y qué reformas o mapas de competencias cree que se deben implementar para asegurar que el sistema se sostenga?

CR: Vamos por niveles. El principal cuello de botella es el médico. En España, la formación médica dura 10 años, incluyendo el MIR. A partir de ahí, el médico inicia su especialización, ya en un puesto operativo y con sueldo, aunque en formación. Pero ahí es donde empieza la saturación del sistema. Cada vez más, los médicos contarán con apoyo tecnológico, lo que significa que se necesitarán menos profesionales, o los mismos con una mayor capacidad resolutiva, como comentamos antes. Sin embargo, hay otros factores. La generación del baby boom está por jubilarse y ya hay carencias importantes en especialidades como dermatología, anestesia, cirugía pediátrica y oncología. En los últimos dos años ha cambiado el orden en que se eligen las plazas MIR: antes se prefería cirugía cardíaca, ahora anestesia o dermatología, por ser especialidades mejor pagadas. Este año, las primeras posiciones se han enfocado en áreas sin guardias y con mayor conciliación personal. Por ejemplo, anestesia ha bajado porque implica turnos nocturnos, mientras otras especialidades han subido. Además, debemos asumir que, incluso con más médicos, la productividad será menor. Las nuevas generaciones tienen otras prioridades: quieren conciliar desde el inicio, vivir mientras trabajan, y no pasar 14 horas diarias en el hospital. No es su objetivo ni su interés.

En cuanto a enfermería, es clave evolucionar en competencias. No tiene sentido que un profesional con una carrera de cuatro años y gran formación técnica tenga las mismas atribuciones legales que hace más de dos décadas. Hay procesos como cirugías ambulatorias, anestesia o prescripción que podrían ser asumidos por enfermería. Nosotros lo estamos impulsando mediante el modelo de “enfermería de práctica avanzada”. Como el Gobierno no avanza con la velocidad necesaria, estamos aprovechando el marco legal actual para crear protocolos de delegación. Ya se están aplicando en comunidades como Cataluña y Andalucía. Lo estructuramos con criterios claros: qué formación se necesita, cuánta experiencia práctica, y qué perfil profesional debe tener una enfermera para acceder a ese rol avanzado.

Lo mismo ocurre con los TECAES, los técnicos auxiliares. En lugar de tener dos enfermeros en quirófano, podrías contar con un enfermero y uno o dos TECAES. Hemos creado el rol de TECAE Experta, con competencias definidas, campos de actuación, formación específica y protocolos de delegación claros. Es una forma de organizar y formalizar algo que ya sucede en la práctica. Todo esto se ve reforzado por la tecnología, que facilita funciones y procedimientos, y mejora la seguridad. No hablamos solo de apps, sino de herramientas para reducir riesgos biológicos o facilitar la administración segura de fármacos peligrosos. Así, ciertas funciones pueden delegarse con mayor seguridad y eficiencia.

También hay una brecha entre competencias y funciones. Llamamos “enfermería” a tareas muy distintas. Por eso encargamos un estudio a la Universidad Complutense, con quien tenemos una cátedra, para comparar las funciones reales de médicos, enfermeros, auxiliares y técnicos de laboratorio en Europa.  

EF: Desde tu perspectiva del sistema privado de salud en España, ¿dónde ves las principales oportunidades para co-crear mejores soluciones para los pacientes en el futuro?

CR: Llevamos más de un año y medio trabajando en un informe que proyecta cómo será el sistema sanitario en 2035. Aunque parezca lejano, si se parte de pilares claros, se puede anticipar. Desde la perspectiva del paciente, sabemos que la población será más envejecida, más digitalizada y con tratamientos mucho más personalizados. Ya no solo desde el enfoque genético, sino también a partir de datos clínicos que permitan adaptar la atención a cada persona. Hoy todo es más genérico, pero la medicina personalizada y predictiva ganará protagonismo. También crecerán las patologías mentales, las tasas de obesidad y el número de hogares unipersonales. Todo esto llevará la tecnología al hogar, facilitando un mayor seguimiento. En ese contexto, antes de recetar un medicamento, muchos médicos recetarán primero una app con un wearable que permita ajustar mejor el tratamiento.

Desde el punto de vista económico, el modelo público en España está al límite. Si no hay una evolución, aumentarán las listas de espera y la presión presupuestaria. Hoy, el 40% del presupuesto de las Comunidades Autónomas ya se destina a sanidad, y no parece que pueda crecer mucho más. Las opciones son limitadas: subir impuestos, establecer copagos, reducir la cartera de servicios o colaborar con el sector privado. Esta última opción es más eficiente, más económica y se activa solo cuando hace falta, con costes hasta 40% inferiores. Aunque muchos políticos se oponen públicamente a la colaboración, todas las comunidades autónomas ya la están utilizando y lo seguirán haciendo, porque no hay alternativa.

Desde el aseguramiento, vemos más exclusión por patología y un encarecimiento de las pólizas. Por eso defiendo un modelo más solidario, como el alemán, donde se mutualiza el riesgo. Las tarifas pueden ajustarse por edad o perfil, pero no deberían penalizar al paciente que más ha necesitado el sistema. Este modelo permitiría sostener el aseguramiento ante el envejecimiento poblacional.

También es urgente incorporar medidas de medicina preventiva a la cartera de servicios. En España hablamos de “seguros de salud”, pero en realidad cubren asistencia: te enfermas, y te atienden. No hay un enfoque en mantener la salud. Culturalmente seguimos pensando que “a mí no me va a pasar”, y eso frena el cambio. Necesitamos pasar de lo reactivo a lo predictivo, aprovechando datos genéticos y antecedentes familiares para hacer seguimientos específicos. Económicamente es más viable, pero requiere un cambio de mentalidad.

La reingeniería de procesos es otra clave. Hoy, seguimos con modelos donde hay que ir al médico, esperar una semana, hacerse una prueba, y luego volver por los resultados. Pero el paciente quiere inmediatez. Si se conoce cuántos pacientes hay, cuántos requerirán resonancia, cómo informar y derivar, todo podría resolverse en una tarde. No es una cuestión de capacidad, sino de organización. Basta con programar el 70% del tiempo y dejar el 30% para gestión flexible según la demanda. Para eso, el dato es fundamental. Mejora la eficiencia y también la experiencia del paciente. Todos queremos un diagnóstico rápido. Luego sí, queremos tiempo para valorar opciones, pero lo primero es saber qué tenemos. Y eso no empeora los resultados clínicos, simplemente agiliza el proceso.  

En sostenibilidad también hay mucho por hacer. La sanidad genera cerca del 5% de las emisiones. No puede ser que un hospital esté frío o caliente en función de la estación sin considerar cuántas personas hay dentro. Hay soluciones: placas solares, gestión energética inteligente, reducción de papel. Y esto debería ser obligatorio, con un plazo de adaptación y ayudas públicas en los próximos seis años. En cuanto a regulación, la inteligencia artificial necesita un marco claro. Existe un miedo innecesario. La llegada de la calculadora no nos hizo menos inteligentes, ni Excel eliminó a los contables. La IA aumenta la productividad, pero no reemplaza el conocimiento. No sustituye a un profesional, pero con alguien capacitado detrás, sí permite trabajar mejor y más rápido.

Posted 
August 2025